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Mina

Al igual que el talento, la mina, en hebreo “mané” era una “moneda de cuenta” utilizada en Grecia y en Oriente para referirse a una gran suma de dinero, como por ejemplo una herencia. Solo el Evangelio de Lucas hace mención de éste término. (Véase la tabla de equivalencias).

Lucas 19, 12 – 26:

Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad hasta que vuelva.”

Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: “No queremos que ése reine sobre  nosotros.”

«Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos,  a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez minas.”

Le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades.” Vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.” Dijo a éste: “Ponte tú también al mando de cinco ciudades.” «Vino el otro y dijo: “Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste.”

Dícele: “Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse  y cosecho lo que no sembré; pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” Y dijo a los presentes: “Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas.” Dijéronle: “Señor, tiene ya diez minas.”

“Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”

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